viernes, 11 de mayo de 2012

Escapismo a la inversa.


Podría pasarme horas mirando hacia las ventanas de esta galería, contando los coches que no eres tú. Es la primera vez que escribo con tu olor tan presente en todas partes, ¿a que no lo sabías? Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.
Podría resumir mis últimos años de existencia en menos de veinte fotos. También podría hacerlo en más de dos mil. Podríais leer este blog y daros cuenta de toda la pesadumbre que he llevado encima los últimos catorce meses. También podríais descubrir mis ojos por la calle y daros cuenta de que mi verdadera sonrisa no está más abajo, sino que se encuentra reflejada en el brillo relativo de éstos. La explicación es sencilla: cuando sonrío, os estoy diciendo que me agrada lo que oigo, lo que veo, de lo que hablo o cómo lo expresáis; cuando sonrío con los ojos, cuando éstos brillan a la vez que podéis verme los dientes, estoy manifestando que me entusiasma y me satisface aquello que estoy sintiendo en ese preci(o)so instante. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.

[Cuando el día se acaba y las nubes se tornan de papel, la brisa, como el viento, prevalece en la memoria mientras espero. Prometo no escribir eternamente sobre tu mediodía, pero, todos lo saben, es complicado no admitir que vivir un Diciembre, quieras que no, levanta el ánimo. Para los que no sepáis a qué me refiero, vivir un Diciembre, para mí, significa exactamente lo que me acaba de ocurrir: darse cuenta de que, por mucho tiempo que pase, las personas no cambian ni tan drásticamente, ni tanto como realmente pensamos. Vivir un Diciembre es mirarse al espejo después de bostezar muy fuerte. Percatarse de la cara de idiotas somnolientos que se nos queda, y advertir que ese brillo que destellan nuestros ojos, no es resultado del bostezo solamente, sino de lo dóciles (y frágiles) que nos sentimos al demostrarnos a nosotros mismos que seguimos conectando con aquéllos a los que hemos añorado durante párrafos numerables. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.]*


Cuando el sexo más intenso, satisfactorio y sorprendentemente “real” que has experimentado en toda tu vida se mezcla con tus pensamientos más distantes, eres capaz de predecir que va a salir bien. Que no pasa nada porque haya corchetes, paréntesis o largos intervalos por el medio. Que lo que existe de verdad, existe y punto. Hablando de puntos… Punto número uno: eres el polvo de mi vida. Punto número dos: llevas años siendo el polvo de mi vida. Punto número tres: hay veces que no soy capaz de pensar en, si dentro de 10 o 20 años tendré otro “polvo de mi vida”, pero no me preocupa, porque sé que existes, y cuando lo siento así, como una certeza, no hay mejor punto que al que me llevas cada noche y cada día que decides, por un tiempo, entregarte conmigo.





De colores pinto el cielo, para bailar debajo de cada farola que inventábamos. ¿Te acuerdas cuando me decías que fuera al sur?
–Donde quieras, si quieres…
Al sur a buscar la vida que no encuentro, porque la encontré con vosotros, a vuestro lado y al nuestro, al lado del viento que se ha calmao. Cuando dejo de entender. Porque entiendo que no hay malos ni buenos, sólo hay… solo hay que pensar que todo pasa, que si estamos locos… es porque pensamos subir muy alto, alto como un cosmonauta. No el “alto” que entenderéis como “alto”. Alto como el cosmonauta, cuando encuentre una vida que no tengo. Cuando suena una guitarra, cuando el sol de primavera se cae muy lento, cuando sigo manchando las hojas con letras.
El cosmonauta, El Bicho (2003)


*Si este párrafo os suena, remota o directamente, a música, en ningún momento os lo toméis como un mero plagio, sino como el recurso más sincero de admiración. Todas ellas son depedro. Si, por el contrario, no os habéis dado cuenta de a qué me refiero, en ningún momento os lo toméis como nada personal, sentíos aliviados de no estar tan dentro de mis ecuaciones sin sentido (a veces, ayuda).

No hay comentarios:

Publicar un comentario