Podría pasarme horas mirando hacia las ventanas de esta
galería, contando los coches que no eres tú. Es la primera vez que escribo con tu
olor tan presente en todas partes, ¿a que no lo sabías? Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.
Podría resumir mis últimos años de existencia en menos de veinte
fotos. También podría hacerlo en más de dos mil. Podríais leer este blog y
daros cuenta de toda la pesadumbre que he llevado encima los últimos catorce
meses. También podríais descubrir mis ojos por la calle y daros cuenta de que
mi verdadera sonrisa no está más abajo, sino que se encuentra reflejada en el
brillo relativo de éstos. La explicación es sencilla: cuando sonrío, os estoy
diciendo que me agrada lo que oigo, lo que veo, de lo que hablo o cómo lo
expresáis; cuando sonrío con los ojos, cuando éstos brillan a la vez que podéis
verme los dientes, estoy manifestando que me entusiasma y me satisface aquello
que estoy sintiendo en ese preci(o)so instante. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.
[Cuando el día se acaba y las nubes se tornan de papel, la brisa,
como el viento, prevalece en la memoria mientras espero. Prometo no escribir
eternamente sobre tu mediodía, pero, todos lo saben, es complicado no admitir
que vivir un Diciembre, quieras que no, levanta el ánimo. Para los que no
sepáis a qué me refiero, vivir un Diciembre, para mí, significa exactamente lo
que me acaba de ocurrir: darse cuenta de que, por mucho tiempo que pase, las
personas no cambian ni tan drásticamente, ni tanto como realmente pensamos.
Vivir un Diciembre es mirarse al espejo después de bostezar muy fuerte. Percatarse
de la cara de idiotas somnolientos que se nos queda, y advertir que ese brillo
que destellan nuestros ojos, no es resultado del bostezo solamente, sino de lo
dóciles (y frágiles) que nos sentimos al demostrarnos a nosotros mismos que seguimos
conectando con aquéllos a los que hemos añorado durante párrafos numerables. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos de qué. Hace tanto tiempo que escapamos que ya no sabemos ni a dónde correr.]*
Cuando el sexo más
intenso, satisfactorio y sorprendentemente “real” que has experimentado en toda
tu vida se mezcla con tus pensamientos más distantes, eres capaz de predecir
que va a salir bien. Que no pasa nada porque haya corchetes, paréntesis o
largos intervalos por el medio. Que lo que existe de verdad, existe y punto.
Hablando de puntos… Punto número uno: eres el polvo de mi vida. Punto número
dos: llevas años siendo el polvo de mi vida. Punto número tres: hay veces que
no soy capaz de pensar en, si dentro de 10 o 20 años tendré otro “polvo de mi
vida”, pero no me preocupa, porque sé que existes, y cuando lo siento así, como una certeza, no hay mejor
punto que al que me llevas cada noche y cada día que decides, por un tiempo,
entregarte conmigo.
De colores pinto el cielo, para bailar debajo de cada
farola que inventábamos. ¿Te acuerdas cuando me decías que fuera al sur?
–Donde quieras, si
quieres…
Al sur a buscar la vida que no encuentro, porque la
encontré con vosotros, a vuestro lado y al nuestro, al lado del viento que se
ha calmao. Cuando dejo de entender.
Porque entiendo que no hay malos ni buenos, sólo hay… solo hay que pensar que
todo pasa, que si estamos locos… es porque pensamos subir muy alto, alto como
un cosmonauta. No el “alto” que entenderéis como “alto”. Alto como el
cosmonauta, cuando encuentre una vida que no tengo. Cuando suena una guitarra,
cuando el sol de primavera se cae muy lento, cuando sigo manchando las hojas
con letras.
El cosmonauta, El Bicho (2003)
*Si este
párrafo os suena, remota o directamente, a música, en ningún momento os lo
toméis como un mero plagio, sino como el recurso más sincero de admiración.
Todas ellas son depedro. Si, por el contrario, no os habéis dado cuenta de a
qué me refiero, en ningún momento os lo toméis como nada personal, sentíos
aliviados de no estar tan dentro de mis ecuaciones sin sentido (a veces,
ayuda).