miércoles, 25 de julio de 2012

Narrarte la vida entera, y tú con los ojos cerrados.


Deberíamos haber apuntado en una libreta cada una de ellas. Me gusta escribir las cosas, y no por miedo al descuido u omisión, sino a la facilidad de recuperación de recuerdos. Me gustaría tenerlas ordenadas cronológicamente para así poder leer la evolución de nuestra música. Porque, queramos o no, te niegues o yo lo descuide, cada una de ellas ha definido perfectamente los momentos y modos de actuar que con el tiempo fuimos creando.
Porque lo hicimos bien, pero también lo hicimos mal. Porque lo estamos haciendo bien y nos estamos haciendo mal. Que cada vez que pienso en verte desearía retroceder en el tiempo para poder mirarte con los mismos ojos con lo que te miraba antaño. Que me siento orgullosa del sinsentido que nos define, que nos definía, y que poca gente entiende. Que me siento afortunada por el hecho de que no nos importe lo que puedan llegar a pensar, hacer o decir. Que amo vivir los instantes, los momentos, que amé locamente cada uno de ellos contigo. Crecimos como personas y nos fuimos estructurando poco a poco envueltos en nuestro propio apetito insaciable de sentir al otro al lado.
Que pase lo que pase, y aunque no las haya escrito, están aquí conmigo, en ese cajón del que siempre hablo. Que me acuerdo de más de la cuenta y de mucho más de lo que te puedas imaginar. Me gustaría poder dedicarte mis meses y mis estaciones cuando quieras o lo necesites. Que me siento feliz cuando eres feliz y no es a mi lado. Que no soporto oírte decir que te duele o que estás un poco roto. Porque, básicamente, el vínculo afectivo que me generaste es tan fuerte que podría, incluso, dedicar el resto de mi vida a reestructurarte. Porque quiero. Porque me da la gana y me apetece. Mucho no, muchísimo. Porque te lo mereces, pero yo también.
Te prometo que nunca voy a exigirte nada que no puedas o quieras cumplir. Te prometo que no vas a permitírmelo. Por cómo eres, por cómo soy. Porque te conozco tanto que solamente con leerte, aunque sea a kilómetros de distancia, voy a saber con quién estás, si bien o mal, si te encuentras con ganas o no de hablar y si necesitas a alguien a tu lado. Aunque solo sea para apoyarte. En todas las decisiones que tomes, porque en eso consiste. Se llama devoción incondicional y poca gente está dispuesta a admitir que la siente. Y poca gente es capaz de sentirla.



Cuando no encuentras meta a tu alrededor, cuando lo estás dando todo y no hay calor. Crees que nadie te alimenta ni agotas tu sed, tropezando sin aviso una y otra vez. Y si todo se oscurece y no ves con quien, y si tus miedos crecen y no quieres ver. Quizá nadie te acompaña, no has mirado bien, somos muchos los que estamos para responder. Levanta, levántate.
Levanta, Depedro.